Sunday, May 20, 2007


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Spencer Tunick

Y dieciocho mil mexicanos

Por Jorge E. González Ayala

La obra de Spencer Tunick me parece irrelevante. El recurso del desnudo, en este caso tumultuario, para provocar reacción en el espectador o en la sociedad, es demasiado fácil. Tan desgastado e inútil como las monarquías, más sin embargo al igual que estás, sigue ahí. En un principio pensé que únicamente asistiría la cofrade artística condesera que tanta nausea me provoca. En el ámbito de los roqueros existe el término poser, para aquellos que tratan de proyectar una falsa imagen de rebeldía con fines de aceptación social. Bueno, pues no hay poser más patético que el poser artístico, el que la apariencia bohemia le da justificante medico para decirse artista o conocedor de arte.

Cuál sería mi sorpresa de ver que Tunick logró convocar una multitud mucho más amplia que el de nuestra pueblerina comunidad artística. Hombres y mujeres de diversas edades, orígenes y estratos sociales. Dieciocho mil para ser exactos. Esto es lo más y creo lo único relevante de las fotografías de Spencer Tunick en la Ciudad de México.

Fue una enorme declaración de principios, un número considerable de mexicanos se despojó de atavismos sociales y de dobles morales desnudándose en público en el Zócalo capitalino. No hubo remuneración ni consigna, o sea, no hubo acarreo. Cada una de las personas asistentes fue a desnudarse sin prebenda alguna y por decisión propia. En momentos en que los sectores más conservadores de nuestro país vociferan, chantajean y amenazan, dieciocho mil personas de manera pacífica, alegre pero contundentemente dijeron, disentimos. Porque las personas que se desnudaron en el Zócalo dijeron con esta acción que su cuerpo les pertenece, que no se avergüenzan ni alojan sentimientos de culpa. Dejaron bien claro que una buena parte de México aspira a la modernidad, a la inteligencia, a dejar de lado los prejuicios morales, a una honestidad que puede mostrarse completamente desnuda. Quedó constancia de un México que se deslinda de la censura y los prejuicios sexuales. Ahí estaba el México que quiere libertad. Dieciocho mil personas dijeron, aquí estamos, somos libres y esta libertad queremos ejercerla en público. Spencer Tunick sólo fue el pretexto para bien.